Lentamente, tomo la copa de vino que humedeció esos bellos labios rojos como la guinda de rojo vivo que
se encuentra al borde de la copa, lentamente, bajo la
copa, me pareció una eternidad, porque sabía lo que me diría, sabía que el
tiempo había terminado, que el tic tac del reloj se detenía en una fracción de
la eternidad dentro del bar, aquel viejo bar de luces tenues y ambiente nublado
por el humo del cigarrillo, al fondo una suave música y los ebrios de mirada perdida, supe en ese momento que la vida es solo una fracción de tiempo, me
observo por un instante con sus ojos cafés claros, pintados de azul cielo, una
lagrima de fantasía adorno su mejía, me dijo con vos suave
como lo había repasado en su espejo de
media luna , “ADIÓS, TODO FUE
HERMOSO PERO TERMINO”, lentamente se levanto de la silla y dejo ver su silueta
perfecta, girando sobre esos altos tacones de zapatos de charol negro, camino a la salida sin voltear a ver, y se perdió para siempre en la multitud de la gente, solo
quedo en la vieja mesa del bar, la copa,
la guinda y la mancha de pintura roja de
sus labios que una vez bese y en mi una tristeza que duro el tiempo de un cigarrillo, de repente mi vista se levanto y en la entrada
de ese viejo bar, entro una bella mujer que en mi existencia pudiera ver y como
poseído por el mas fuerte hechizo, lentamente me levante con dirección a donde se encontraba
ese ser que me atraía con su radiante mirar, de delgados labios rojos que me
recordaban algo del pasado que no recordaba con exactitud.
jueves, 6 de noviembre de 2014
martes, 21 de enero de 2014
Meybol
Como en
viejos años, Ya no la he vuelto a ver,
Quizás
no la valore, nunca le di las gracias,
Se fue
y pienso en ella, pienso que la encuentro en la calle,
La
abrazo como un recuerdo imborrable de ayer,
Ella me
reconocerá con los años, yo si la reconoceré con su belleza,
Como
viejos años, la extrañe, la juventud era intensa.
Como
años han sido jamases que no la he vuelto a ver,
Como
años ha sido mi arrepentimiento,
Se fue
mi amiga y compañera de bares y clubes,
Nunca
me pidió más que un poco de afecto a gotas,
Mas el
licor corría a chorros,
Quedando
soledad después de una fiesta de fantasía.
Como
años han sido las flores, que nunca le di,
Que se
marchitaron en la tienda de antigüedad,
Su vida mil años de felicidad,
Mi vida
mil años de viejos recuerdos
Como
años fueron las copas que tomamos,
Hoy
solo queda la botella vacía, ya no mas se lleno,
Porque
como años me ha acompañado dentro del corazón,
Como en
aquellos tiempos de reloj roto.
En el
momento, nos dimos como años lo que nos teníamos que dar,
Como
años corre el río de adiós,
que el tiempo jamás volverá,
Y como años,
ella no se que será.
Pero hoy,
abro el viejo corazón
Como la
alcancilla rota de niño
Y saco
ese viejo y humedecido recuerdo,
Para soltarlo al cielo, Como globo
que se lleva el viento
Me libero
de años viejos, De pasados lejanos,
Y me quedo
solo, sin recuerdos, sin nostalgias,
Liviano
para seguir el camino de años nuevos.
domingo, 5 de enero de 2014
El cementerio fantasma
El cementerio ubicado en la avenida del
cementerio, de la zona triste, de la ciudad de Guatemala.
De prisa entra el padre con su hija al
cementerio porque en unos momentos lo cerraran, al igual que al sol le restan
unos minutos de vida, en esos últimos momentos el hombre quiere
hacer, lo que pudo haber hecho antes, mientras tanto en el cementerio sopla un
viento suave, refrescante que se filtra entre los viejos mausoleos arrastrando
las hojas secas, tiene que llevar ese pequeño ramo de flores a su esposa
muerta, es una promesa personal, es un cargo de conciencia que quiere limpiar,
camina de prisa sumergido en su pensamiento, casi jalando a su hija, la niña está
contenta, ella se siente en paz, le atrae ese lugar donde ve a personas de
blanco caminar y sonreír, la niña
quisiera quedarse y compartir con los niños que ríen y juegan, el padre la jala
con fuerza a la niña, que no se quede atrás, llegan a la parte final del
cementerio, el padre sube una escalera de madera para colocar las flores, la
niña se queda sola por un momento, se le acerca la pálida señora, le sonríe,
en sus ojos se ve la tristeza de la soledad, llama a la niña como queriéndosela
llevar a ese mundo de silencio y no continuar con su soledad, la niña le
pregunta ¿quien es usted?, no hay respuesta solo se escucha como un lamento de
muerte el silbido del viento entre los arboles,
baja el padre de la escalera de colocar
las flores, agarra la mano de la niña y regresan, el hombre por un momento ve
una silueta de la esposa muerta, voltea a ver, no hay nada, llegan a la puerta,
el padre siente temor de salir y enfrentarse a los vivos, él también en cierto
momento sintió esa paz de la muerte en el interior del cementerio fantasma.
autor: Martin Cabañas
autor: Martin Cabañas
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