“Deja de soñar
niño”, le dijo el maestro, al niño que se encontraba en el aula de aquella
escuela semiconstruida, sentado en ladrillos a la par de aquella ventana sin
vidrios en donde se filtraba el viento frio. Nunca a este niño lustrador de
zapatos, quien no tenia zapatos le podían decir “deja de llorar niño” porque él
nunca lloraba solo soñaba, ni cuando su padre llegaba borracho a su casa de
cartón construida a las orillas del
basurero municipal y golpeaba la madre por no tener que comer, él soñaba que su
padre llegaba a su casa besaba a la madre y a él le tendía la mano con un
pedazo de pan, además el niño soñaba en léganos mundos donde libraba grandes
batallas salvando a una bella princesa, que le recompensaban con un beso, ese
beso que solo su madre le daba, soñaba
que montado en un caballo blanco con su espada dorada, libraba una revolución
por todos los miserables de su gran basurero, su país.
“Deja de soñar
niño y ponte a estudiar o a trabajar”, le dijo el maestro que le habían robado
el corazón.
Salió el niño de
la escuela simiconstruida, donde entraba el viento y el frio, en una mano la
caja de lustrar zapatos, en la otra su cuaderno y en la mente, las palabras del
maestro que le habían sacado el corazón “deja de soñar niño y ponte a
estudiar o a trabajar”, “a estudiar o trabajar” se pregunto a si mismo el niño,
se fue soñando, perdiéndose entre la basura.
La niña observo al
niño perderse entre los escombros de un oscuro mundo surrealista, y en un punto del tiempo donde concedieron
las afinidades los niños se hicieron amigos, ella tan blanca y linda, fue la bella princesa del
niño, y la niña por ser más hermosa no
se alimento, adelgazo y con el tiempo se volvió blanco papel, el niño quiso escribir en el papel algo hermoso, no tuve
tiempo, el viento se lo llevo. Quiso escribir que la amo, que fue su princesa y
que sin ella las grandes batallas contra dragones no tienen sentido, ahora la
niña se fue y el niño con la caja de lustrar zapatos, igual al maestro que le habían sacado el corazón, lloro,
no soñó que luchaba grandes revoluciones
de cambios sociales solo lloro, un dia las
lagrimas cayeron en un blanco papel que
el viento le devolvió, entre sus pies descalzos, tomo el blanco y húmedo papel, y por azares del destino volvió a soñar
que en su caballo blanco y espada dorada, peleaba grandes batallas por los
faltos de oportunidad, por los olvidados y marginados, por las princesas de
flores marchitas, por los niños de
piruetas de esquina, por los viejos de torcida espalda, y aprendió que en las
esquinas de las calles de la ciudad que se derrumba, hay un foco de luz de esperanza,
en la acción que existe después del sueño. El maestro que también había perdido
el corazón le había dicho en un tiempo atrás, “deja de soñar niño y ponte a
estudiar o a trabajar” y eso es lo que hizo el niño lustrador de zapatos que no
tenía zapatos, se perdió para siempre iluminando y librando mundos oscuros donde necesitan caballeros de
blanco caballo y espada dorada para matar a dragones que con su poderoso fuego
esclavizan a los que no han aprendido a soñar
solo llorar.
AUTOR: MARTIN CABAÑAS
AUTOR: MARTIN CABAÑAS
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